domingo, 28 de diciembre de 2008

EPISODIOS NACIONALES (I)

Wassaaaaaaaaaaaaaaap?:

Se comenta que D. Benito Pérez Galdós escribió sus archifamosos episodios nacionales, 46 para ser más exactos. Como quiera que con 46 yo no tengo ni para pipas, la división ser hará en sus cinco series y consistirá en una breve referencia a cada uno de los acontecimientos acontecidos en la contienda de contención.

Dese cuenta el lector [aquí me dirijo al lector (como si lo hubiera) como cualquier Premio Planeta que se precie] de que cada uno de los siguientes episodios tienen su historia completa, con sus personajes, su marco espacio-temporal, sus localizaciones,... pero como total, me voy a llevar la misma pasta si lo hago saber como si no, pues me reservo el derecho (y los detalles) para mi obra póstuma, que eso siempre tiene más tirón (el truco es hacerte pasar por muerto y así disfrutar de algo de lo tuyo porque si no ya es el colmo de las injusticias).


PRIMERA SERIE, HOTEL DULCE HOTEL

Dícese de los hoteles que son lugares fríos, que no tienen el encanto de un hogar, que les falta un yo qué sé qué sé yo... Pues a ver a quién es el guapo que no recordaría con cariño, sincera satisfacción y profundo amor las siguientes anécdotas si tuvieran lugar en su hogar:

Jesusito de mi vida...


Érase que se era el bueno de Robber llegando a un hotel, a una habitación cualquiera (el recepcionista me había dicho que subiera). Tras llamar y oír los femeninos gemidos a los que uno estaba acostumbrado en estas circunstancias (hay mucho hacedor de gemidos por ahí suelto) me abrió la puerta un hombre. Allá va: de estatura media y complexión ligeramente musculosa (pongamos que en lugar de el Duque, le podemos denominar el Conde, no era para más), tenía unos ojos azules que daban miedo (literal), muuuuuucho miedo; tuve la sensación de que me estaba perdonando la vida durante el tiempo que duró aquel encuentro. Sólo llevaba puesto un short y tenía el cuerpo lleno (lleno 100%, piernas, tríceps, deltoides y esternocleidomastoideo incluidos) de frases, pero no tatuadas,no. Estaban escritas con un simple boli azul (BIC, seguro; es más BIC cristal, que escribe normal). Estaban en latín (no me detuve tanto tiempo como para leer ninguna completa, no quería que me invitase a entrar...). De fondo aprecié unas piernas de mujer (muy bien puestas, por cierto (bueno, estaban muy bien puestas porque estaban puestas en una cama, claro)).

Ladies and gentleman, he de hacerles una confesión. Es cierto que uno es muy machote y tiene un espíritu (atención nenas) protector y muy masculino que impresiona sólo con verme; por no hablar de mi físico portentoso (nenas, nenas, nenaaaaaas) que lo tiene todo grande. Sí, todo eso es cierto. Pero cuando ves que el hijo de Satanás se ha hospedado en aquella habitación, lo menos que te haces es caquita....

(Lo anterior lo negaré en público siempre; menos mal que este blog no lo leo ni yo).

Una vez intercambiados comida y dinero cerró la puerta y antes de que me diera tiempo a salir corriendo (también literal) el Enviado de Lucifer comenzó a gritar despavorido frases en latín (o en danés medieval, que lo mismo me da) y ella también comenzó a gritar salvajemente. Dada mi virginidad y mi exacerbada (o exacervada, la RAE me coge las dos) misoginia, desconozco si aquellos alaridos eran buenos o malos. Me la repanpinfla. Huí como alma que lleva el diablo (que en ese momento estaba en una habitación sabe Dios (su enemigo) haciendo qué).-


El valor del dinero

Allá que voy otro día a otro edificio de habitaciones de éstos. Con el miedo de acompañante y la vergüenza dejada en la tienda, acudo al nuevo pedido. Subo a la habitación, llamo, entrego el pedido y el cliente, muy educado, me dice que si tengo cambio de 5.000 ptas. Como hombre precavido vale por dos (atención nenas, conmigo es como si estuvierais con dos) le digo que sí, que llevo cambio. El pedido eran 1.675 ptas. y me dice que no le devuelva todo, que le dé nada más que las monedas.

Como quiera que uno es honrado (= imbécil perdido) no le hago ni caso e interpreto que se ha equivocado y lo que ha querido decir es que le devuelva, precisamente, las monedas. Pues total que le suelto los 3 talegos (qué vocabulario más bueno hemos perdido con el euro) y me dice que si soy idiota, que le dé las monedas. Pues vale, tío. Toma las monedas. Cuando estoy haciendo el gesto de darle las monedas me dice que coja los billetes, que me los quede de propina. Flipo en 3 dimensiones, le doy las gracias y le digo que le debo un duro, que me he quedado sin ellos....

Menos bonito me llamó de todo. Que si era un incompetente, que si era un ladrón, que si le estaba tomando por tonto, que si quería robarle,.... Yo ahí flipaba ya en 78 dimensiones, no entendía nada. El colega me insultó y me llamó de todo, cosa que le permití por los billetitos que me había dado, claro. En realidad fui como los coches de choque: por 3.000 ptas. puedes insultarme durante 5-10 minutos (este mismo sistema luego se lo apropió “Crónicas marcianas” años más tarde con sus honorables invitados).

Total, que el tío se vistió, bajamos a un bar y allí cambié una moneda de 25 ptas. por cinco duros para darle uno a él, que se volvió al hotel indignado. Yo me volví con las 3.000 cucas, pero sin estar indignado.


Revisión oftalmológica

Otra vez en ruta, otra vez a un hotel (esta vez al mismo que en el caso del tatuado a boli), otra vez subo a la habitación, otra vez llamo, otra vez me abre un hombre y otra vez parece que el pedido será normal.

He de decir que el hombre era de bastante buen parecer así que no me extrañó que de fondo se pasease una morena espectacular en tanga (sí, sólo tanga) por la habitación. Yo intentaba mirar al hombre pero no sé, había una mano invisible que me empujaba la cara con una fuerza incontenible hacia el lugar en el que estaba ella.... He aquí los beneficios de los bizcos: le dediqué un ojo a cada uno. Dado que la gente no sabe cuál es el ojo bueno, intenta no mirarte mucho, lo cual yo aproveché para dedicarle los dos ojos a ella. Casi me quedo bizco de verdad.

Pero cuando ya estaba dándole las vueltas al afortunado, aparece desde la zona de la cama otra morena igual a la primera. Era otra, sí, su hermana gemela. Verlo para creerlo, también SÓLO en tanga. Si no llega a ser porque cada una llevaba el tanga de un color, a día de hoy sigo pensando que aquello fue invención de mi cabeza. Tengo la certeza de que no lo fue porque no soy tan idiota de perder recursos imaginativos en algo tan estúpido como la ropa, me hubiera decantado por otras partes. Seguro.

El día que tenga un hijo le pondré el nombre de ese hombre, que desde aquel día es mi héroe.


Chiquitín

Vaya por delante que si mi padre hubiera puesto un poquito más de empeño (7 cm. concretamente) mi altura serían los dos metros. Paso a relatar el siguiente episodio.

Llego a un hotel (sospechoso de tener fama de lugar de encuentro entre meretrices y hombres con dificultad para seducir a las mujeres), llamo a la habitación y me abre una más que probable mujer de vida fácil (es la peor descripción de un trabajo que conozco) completamente desnuda.

Recordemos mi virginidad y mi poco interés en las mujeres en general. Si la miré, si la remiré, si la admiré e incluso si babeé (no está confirmado, que conste) fue por pura curiosidad, nada más. Si me quedé allí tieso (......) no fue por ningún tipo de interés carnal o sexual, es algo obvio.... Total, que ni me dio tiempo a entregar la picha la pizza, LA PIZZA!!!. Allí llegó una criatura del Averno (como ser humano le veía defectos) más ancho que alto y eso que me cogió del cuello y me dejó con los pies colgando (así que imaginemos la altura y por ende la anchura de aquel cruce entre cachalote y mamut).

La escena fue esperpéntica. Me llevó (literal, también literal) colgado del cuello (qué resistencia tienen los polos de la pizzería, por cierto) hasta la planta de abajo. Yo no entendía nada, claro, y me jugué el pellejo y el de toda mi familia preguntándole que si estaba loco. ¡¡Resultó que aquel espécimen conocía el lenguaje humano!! (en su versión rumana, eso sí, iba a ser mucho pedir que me entendiera) y empezó a decir cosas en las que sólo había palabras con jotas, emes, kas y zetas. Ya abajo, el jefe (versión carpato-española de su disciplinado Uruk-hai) me dijo que el otro vociferaba que me había metido ahí para ver a la otra mujer desnuda.

Cuando me soltó el energúmeno (estuve un rato viendo el mundo igual que Fernando Romay, qué sensación) y se pudo hablar con el jefe (con el otro no, con el otro lo único que se me pasaba por la cabeza era tirarle un ciervo para que se lo comiera allí, encogido sobre sí mismo, contra la pared), le pregunté que si él veía normal que yo me haga con una moto, un traje “oficial” de pizzero, una pizza y un compinche que, estando con aquella mujer, llamara a la pizzería para así tener excusa y yo verla desnuda....

¿Qué me contestó el domador de fieras? Que ojalá ellos se hubieran tenido que tratar con clientes tan poco retorcidos....

No quise preguntar, el otro (lo otro) se había dado la vuelta, yo estaba de nuevo en su campo de visión y no tenía ningún ciervo a mano....


Yo controlo. Sólo con condón, sólo con coco, no rollos, no tontos, no bobos. Sólo con dos chorbos.

Llego a un hotel (esto lo digo mucho últimamente, ¿no?) y el muchacho de recepción, con la alegría que podría tener un joven de 20 años que está currando el sábado por la noche (vamos, la misma que llevaba yo encima) me dice que no puedo subir a la habitación, que he de esperar a que baje el cliente. Pues vale.

Y el cliente que baja, vaya si bajó. Ataviado de un pijama (normal) azul clarito (normal) con sus ositos de decoración (menos normal) y sus botones desabrochados de la bragueta (podríamos considerarlo normal).... y su pajarillo asomándose un poco (dado lo anterior también podría ser normal) y, quizá para que no pasara frío el pajarillo, llevaba puesto el plastiquillo ése que no le hace gracia al Papa y sus secuaces (desde entonces supe por qué: ellos también le habían visto al colega con la pistola enfundada). Qué estampa, por Dios. Jamás pensé que eso me diera tanto asco. De hecho, siempre se asocia dicho elemento a algo bueno, momento ven nena, episodio alegrote como mi....

Desde entonces uso la píldora.


El listón más bajo del mundo

En uno de los últimos pedidos que tuve la fortuna de realizar a un hotel perdí la posibilidad de experimentar una nueva vivencia (qué tonto soy a veces, madre mía; lo miro con perspectiva y ...bueno, no sigo, que más de uno se lo creerá). El caso es (quiero terminar pronto con esta historia) que subo a la habitación y me abre la puerta un hombre de unos cuarenta años. No destacaba ni para lo bueno ni para lo malo, lo que es un hombre corriente (éstos son los peores). Tras entregarle la pizza me dice que si quiero pasar, que está dispuesto a pagarme en carnes... Si no salí de allí corriendo es porque la carrera me hubiera costado casi veinte euros de mi bolsillo (es decir, cuatro cubatas, lo que no es moco de pavo) así que, como buenamente pude, decliné tan suculenta oferta, a lo que él contraatacó subiendo la apuesta: que no tendríamos por qué hacer nada homosexual, él haría de mujer y listo. Repito: ¡¡ERAN CUATRO PELOTAZOS!!. aguanté el tipo como pude, seguí declinando tan magnánimo chollo y él me contestó que no tenia nada de dinero, así que tuve que llevarme la pizza de vuelta.

Amigos, reflexionemos todos juntos:

1.- Premeditación y alevosía lo llaman en mi pueblo a esto. La cosa es que el depravado éste pidió la cena (bueno, en sus planes había más cena que la pizza...) sin saber quién se la llevaría por lo que, dado el plantel existente en ese momento en la pizzería, se arriesgaba a que se le apareciera un chico, una chica, un ser humano de las distintas razas (conocidas), un expresidiario, un menor, un hombre de más de 50 años, una lesbiana con pinta de lesbiano, chavales vírgenes, maduros asedia vírgenes, depravados (había dos en concreto mucho peor que este hombre), guapos, feos, feísimos, horribles, horrorosos, inclasificables, etc. (sí, la pizzería era así si no ¿por qué si no iba haber encontrado curro yo tan rápido?). A él le daba igual quién (lo que) apareciera, pensaba pagar en carnes. Olé por él, seguro que siempre liga cuando sale de caz... de ligue.
2.- Supongamos que va así por la vida, ¿cómo pensaba pagar el hospedaje del hotel?. Antes de que nadie conteste, comentaré que el recepcionista (pobre recepcionista), por su cara, no había llegado a los veinte años y, también por su cara, no había llegado a nada con ninguna mujer. Ojalá su primera experiencia no fuese la que yo rechacé y que él, cómo no, por su cara, no iba a tener el valor de decir que no a un hombre mayor que él....
3.- ¿Tendrá algún tipo de relación el hecho de cenar pizza con estar hecho polvo como ser humano? Porque seguro que a los del Burguer King estas cosas no les pasan.... Y si no, que alguien me dé la dirección de algún blog en el que lo diga.


Sí debo

Me remito a la historia de mismo título publicada allá por octubre. Era un bodorrio, sí, pero estas cosas sólo pasan en los hoteles...


Hostales, posadas y fondas


En estos santos lugares las historias son más surrealistas aún pero en este caso no las revelaré a no ser que sea en una obra póstuma ya que en estos casos temo realmente por mi integridad física en general y mi vida en particular.

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